...junto a chicos y "grandes"

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08/12/2024

La infancia, cada vez más vulnerable por el hambre y múltiples carencias

Millones de niños y niñas están “en riesgo de muerte” si no se toman “acciones urgentes”, advirtió esta semana un grupo de seis organizaciones internacionales que trabajan las problemáticas de la infancia.

Educo, Plan International, Save the Children, Aldeas Infantiles, Tierras de Hombres y World Vision alertaron que los chicos “suelen verse afectados de forma desproporcionada por las crisis de hambre y nutrición, tanto a corto como a largo plazo”, corriendo un “mayor riesgo de mortalidad”, y propusieron una “respuesta multisectorial que priorice las necesidades interconectadas de los niños y niñas en las crisis alimentarias con enfoque de edad y género.

Estas organizaciones, además, señalaron que la inseguridad alimentaria también tiene impacto en otras dificultades como abandono de la escuela, separaciones familiares, trabajo infantil, reclutamiento y utilización por parte de grupos armados, estrés psicológico, abandono, matrimonios forzados, diferentes formas de violencia sexual y de género, embarazos precoces, explotación sexual, abuso y acoso.

El diagnóstico coincide con las cifras incluidas en el reciente informe sobre el estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo, elaborado por distintas agencias de Naciones Unidas, entre ellas Unicef y la FAO.

De acuerdo con ese documento, la pandemia y el contexto de recesión agravado por la guerra en Ucrania generan una situación de hambruna que afecta a más del 10% de la población mundial, lejos del objetivo de desarrollo sostenible de hambre cero propuesto por las propias Naciones Unidas de cara al 2030.

Dentro de esa población se encuentran 45 millones de niños menores de cinco años que sufren emaciación, “la forma más mortífera de malnutrición, lo que, además, aumenta hasta 12 veces el riesgo de mortalidad”. Entretanto, hay 149 millones de niños menores de cinco años con retraso en el crecimiento y el desarrollo “debido a la falta crónica de nutrientes esenciales en su dieta”, a los cuales se suman 39 millones de chicos con sobrepeso.

El drama del hambre no es ajeno a lo que ocurre en nuestro país. Hace pocos días se conoció el caso de Maylen, una nena de 11 años que se desvaneció en la escuela de Barracas (CABA) a la que concurría y murió mientras esperaba al servicio de emergencia. Según docentes y autoridades escolares, padecía desnutrición desde hacía seis años.

En efecto, las cifras en el plano nacional son igual de estremecedoras que en el plano global: más de un millón de niñas, niños y adolescentes dejaron de ingerir alguna comida —desayuno, almuerzo, merienda o cena— porque en la casa donde viven falta el dinero para comprarla, de acuerdo con los datos que surgen del último relevamiento hecho por Unicef sobre la situación de la niñez y adolescencia en el país.

Ese millón representa el 7% de los chicos pero sube al 13% entre los que reciben apoyo alimentario, mientras que es el 12% entre los hogares endeudados y un 11% en los beneficiarios de AUH y Tarjeta Alimentar.

Por otra parte, empeoró el perfil nutricional. El 67% de los hogares recortó el consumo de carne y un 40% el de verdura y fruta. Del otro lado, aumentó un 20% el consumo de carbohidratos, con más fideos, harina y pan.

“Coincidimos en que 6 de cada 10 niños en Argentina vive en condiciones de pobreza, que un 15% en situación de indigencia y que la situación de la inseguridad alimentaria se profundizó en el contexto postcovid”, señaló Ianina Tuñón, coordinadora del Barómetro de la Infancia del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina.

Hace algunos meses en FUNDAMIND contamos cómo hacemos las organizaciones de la sociedad civil para tratar de contener las crecientes necesidades alimentarias –y también educativas, habitacionales, psicosociales, entre otras– de muchas familias que no alcanzan a cubrirlas con los ingresos que puedan obtener o las ayudas de los Gobiernos, en un contexto donde más de la mitad de los menores de 14 años vive bajo la línea de pobreza.

En una crónica que se repite, para el Día de las Infancias del año pasado cifrábamos que en nuestro país tenemos al 40% de los niños y niñas con desnutrición, al 29% con inseguridad alimentaria, al 54% en condiciones de hacinamiento, al 43% en hogares sin agua potable, al 67% en viviendas precarias, al 62% sin controles médicos al día.

Aunque las restricciones más severas por la pandemia quedaron atrás, muchas familias siguen sin poder cubrir la canasta básica alimentaria. Por eso FUNDAMIND, sigue entregando bolsones de alimentos y viandas que ayudan a abuelos, padres, madres, niños, a poner un plato de comida en la mesa al final de día.

Mientras tanto, en el Centro de Primera Infancia (CPI) de FUNDAMIND asisten 175 chicos de 6 meses a tres años que no tienen vacantes en el sistema de educación inicial y reciben aquí educación maternal, alimentación y cuidados.

En rigor, no se sabe cuántos chicos están fuera del sistema pero se calcula, según estimaciones, que unos 20 mil niños menores de 3 años no pueden acceder a vacantes (ni en las Escuelas dependientes del Ministerio de Educación ni en los CPIs dependientes del Ministerio de Desarrollo Humano y Habitat del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires), que les darían la oportunidad de acceder a una ¨educación inicial¨, controles y cuidados de su salud y acceso a 3 comidas diarias.


Infancias debilitadas e inseguras

Por la Lic. Marisa Mujica – Psicóloga y Directora del Área Socio-comunitaria de FUNDAMIND

Un mundo que quiere despegar de la pandemia y fue sumergido en una guerra, se ha convertido- para las infancias- en un factor de desestabilización emocional por la debilidad de las economías y crisis políticas consecuentes.

En las familias más vulnerables provocó la disolución de muchas de ellas, al exacerbar conflictos hasta provocar el caos. Hubo madres y padres que tuvieron que reubicarse con sus niños. Lxs que tienen la suerte de tener una familia original que pudo protegerlxs, volvieron a sus antiguos hogares provocando hacinamiento y reviviendo situaciones de amor y odio que ya creían superadas.

Hubo algunos que, habiendo perdido su trabajo, tuvieron que mudarse para intentar suerte en lugares alejados de sus hijos, generando sentimientos de soledad e inseguridad en lxs niñxs, quienes padecieron un shock emocional, capaz de anular sentimientos y la expresión de los mismos.

En esas condiciones, casi en un mutismo generalizado, lxs niñxs más pequeños llegaron al CPI FUNDAMIND a hacer la adaptación a la vida de educativa que le proveerá de aprendizajes indispensables para compartir adecuadamente con docentes y compañeritxs y fortalecer lazos familiares, sociales y comunitarios.

La difícil situación requirió de un gran esfuerzo de parte de las docentes y de toda la comunidad organizada de FUNDAMIND, quienes tuvieron que enfrentar la falta de atención de la salud pública, los reclamos de las familias y sus propias dificultades económicas.

El CPI FUNDAMIND -que atiende 175 niños de uno, dos y tres años- les provee una adecuada alimentación, recreación y enseñanzas para sostener vínculos amorosos, pero no cuenta  con los recursos necesarios para que estas infancias, con derechos vulnerados, reciban lo indispensable para su desarrollo físico y psíquico. Hay un estado ausente en salud y generación de trabajo y también en garantizar el efectivo cumplimiento de los derechos de los niños y niñas.

El ingenio popular y el amor a lxs niñxs de todos los que sostenemos FUNDAMIND, les dan la posibilidad de llevar una vida de estrecheces, en la que deben superar constantemente obstáculos para lograr algún grado de estabilidad emocional y alcanzar a vivir con dignidad.

En FUNDAMIND seguiremos apostando a superarnos para brindar con amor y perseverancia las mejores condiciones para que los más chiquitos consigan estructurarse firmemente y llegar al Jardín de Educación, a los cuatro años, como los más brillantes.

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