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13/10/2025

Grooming, inteligencia artificial y adolescencias: cuando los riesgos digitales ponen en jaque derechos y responsabilidades

La llegada de la primavera suele asociarse con la juventud, la amistad y los primeros vínculos amorosos. Pero en un tiempo marcado por la acelerada transformación digital, niñas, niños y adolescentes se ven expuestos a nuevas formas de violencia online. El grooming, la suplantación de identidad y la manipulación con inteligencia artificial muestran hasta qué punto las tecnologías plantean desafíos urgentes que interpelan a familias, escuelas, organismos públicos y plataformas.

Ciberacoso

 

El grooming —tipificado en la Ley 26.904— sigue en aumento. Según el Ministerio Público Tutelar de la Ciudad de Buenos Aires, en 2023 las denuncias por acoso digital crecieron un 30% respecto del año anterior. UNICEF advierte que 3 de cada 10 adolescentes en la región recibieron propuestas sexuales en línea de desconocidos, con mayor riesgo para las chicas.

Más allá del delito cometido por adultos, preocupa la normalización de conductas entre pares. Plataformas masivas como Roblox, Fortnite o Discord se convirtieron en escenarios donde el contacto fluye sin mediaciones. Allí, la “amistad virtual” abre la puerta a la manipulación y al acoso, en muchos casos invisibles para los adultos.

Suplantación y nudificación digital

En la vida offline, escuelas y clubes son responsables de actuar ante casos de acoso. ¿Qué ocurre cuando el daño sucede en una plataforma digital?

La exposición no consentida de la intimidad provoca consecuencias emocionales severas: depresión, ansiedad, retraimiento social. En el caso de las chicas, se suma el peso del estigma y de mandatos culturales que profundizan la desigualdad de género.

La novedad más alarmante en los últimos años es la práctica de adolescentes que suplantan identidades y utilizan inteligencia artificial para “nudificar” fotos de compañeras, colocando sus rostros en cuerpos desnudos y publicándolos luego en sitios XXX o compartiéndolos en chats escolares.

ConVosEnLaWeb, programa de la Defensoría del Pueblo, advierte que este fenómeno combina violencia de género digital, bullying y sofisticación tecnológica. La llamada “nudificación” constituye una forma extrema de violencia sexual digital, que muchas veces se traduce en hostigamiento en la vida presencial de las víctimas.

En este contexto, las respuestas de las grandes tecnológicas son insuficientes. Amparadas en políticas de privacidad y mecanismos de autorregulación, las empresas trasladan la carga del cuidado a las familias y a los propios adolescentes.

La ley argentina de grooming representó un avance, pero enfrenta enormes dificultades frente a delitos transnacionales y entornos digitales en constante mutación. Como advierte la especialista Roxana Morduchowicz, “la protección no puede recaer solo en los padres o en las escuelas. Se necesitan marcos normativos claros que responsabilicen también a las plataformas y que reconozcan los derechos digitales de chicos y chicas”.

Algunos países avanzaron con respuestas innovadoras. En España, la Agencia de Protección de Datos lanzó un canal específico para denunciar acoso online y difusión de imágenes íntimas, incluso generadas con inteligencia artificial. En Reino Unido, Childnet incorporó módulos sobre suplantación de identidad y riesgos en videojuegos dentro de sus programas escolares.

En Argentina, existen recursos como la línea 137 del Programa Víctimas contra la Violencia y la plataforma Conectate Segur@, que brindan asesoramiento y canales de denuncia. Pero aún falta coordinación integral y una política sostenida que articule a todos los actores.


 

TESTIMONIO ADOLESCENTE

“Las redes sociales son necesarias como medio de comunicación y entretenimiento esencial pero también tienen muchos riesgos. lo más peligroso es cuando un adulto se hace pasar por alguien de nuestra edad. Problemas de autoestima, salud, ciberacoso, ciberbullyng son otros temas que están conectados con las redes.”

Mariela, 15 años.

 


Primavera, sexualidad y derechos

Cada primavera invita a pensar la juventud en clave de amistad, amor y descubrimiento. Sin embargo, también recuerda que los adolescentes atraviesan esta etapa en un escenario distinto al de generaciones anteriores, marcado por la hiperconectividad y la irrupción de la inteligencia artificial.

La Educación Sexual Integral (ESI) resulta central. Lejos de ser solo un programa de contenidos biológicos, la ESI aporta herramientas para trabajar el consentimiento, el respeto y la igualdad, así como para reconocer las nuevas formas de violencia digital. En un tiempo donde la sexualidad se cruza con tecnologías de vértigo, la educación aparece como una estrategia de cuidado indispensable.

No se trata de demonizar la tecnología, sino de asumir que las mismas herramientas que habilitan creatividad y juego pueden convertirse en vehículos de daño cuando no existen regulaciones ni acompañamiento adulto. La tarea es construir entornos de confianza, donde las y los adolescentes puedan hablar sin miedo y encontrar adultos responsables que actúen a tiempo.

En definitiva, el grooming y la violencia digital no son una amenaza lejana: son una urgencia presente. Frente a ello, el rol del Estado, de las instituciones educativas, de las familias y de las propias plataformas tecnológicas es ineludible.

Reconocer la dimensión del problema es el primer paso para actuar con decisión.

Porque cada primavera debe seguir siendo sinónimo de vida, amistad y crecimiento, y no de miedo ni de vulneración de derechos.

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