Mujeres de Hierro

Además de hacerse cargo de ellas mismas, sostienen a hijos y nietos. Desafíos, experiencias y ejemplos que nos dan las Abuelas.

IMG-20170308-WA0021Ricarda cocina todos los días para 200 niños y niñas, en el Centro de Primera Infancia de FUNDAMIND, ubicado el barrio porteño de Balvanera. Con la misma calidez y perseverancia con que elabora cada plato, esa experiencia tal vez la fue preparando a ella misma de cara a los desafíos que tiene que asumir.

Es abuela de trece nietos, dos de los cuales están a su cargo. Uno de ellos está en segundo grado y fue, antes de empezar la escuela primaria, uno de los chicos que reciben alimentación, cuidado y educación en FUNDAMIND. “Acá tratamos de darles todo el cariño necesario, además de un plato de comida”, asegura.

La tarea que realiza desde hace cinco años en este lugar le permite a Ricarda ayudar a toda su familia. “Una tiene que seguir siempre adelante y valorar lo que hace. Quienes somos mujeres en estas situaciones damos siempre todo lo que podemos y es necesario que eso sea valorado.”

Carmen, que trabaja hace tres años en el área de Higiene y Limpieza de FUNDAMIND, también se encarga de sus nietos. “Las mujeres en general asumimos más responsabilidades. Tenemos que valorarnos y hacer que nos valoren”, coincide.

Así como ayuda con su labor diaria a que los niños y niñas del CPI crezcan y se desarrollen en las mejores condiciones, con ese mismo esfuerzo colabora en la educación, alimentación y salud de sus tres nietos, uno de los cuales pasará a vivir con ella dentro de muy poco. “Yo ahora vivo sola y hasta asusta un poco tomar una responsabilidad tan grande, pero seguimos adelante por ellos.”

Padres ausentes, madres que no pueden hacer todo solas, y abuelas que siempre están es un mapa cada vez más frecuente de la realidad actual de miles de mujeres. En este caso, abuelas jóvenes (con un promedio de edad primerizo que ronda los 50 años) que lidian hoy con la necesidad de responder al cuidado de los nietos pero, como en el caso de Carmen, también a sus hijos y hasta a su propia madre, mientras están aún en edad activa para seguir trabajando y hacer su propia vida.

Sus historias llevan cargadas todas las circunstancias de ser mujer en el mundo de hoy, donde las desigualdades suelen ser directamente proporcionales a las responsabilidades que muchas veces deben asumir.

Según Naciones Unidas, ellas trabajan un 13% más de tiempo pero, lo que realmente preocupa es que el 63% de esas tareas son domésticas y no obtienen remuneración ni reconocimiento. Expresado con otros números, entre el 70 y 80 % del trabajo en el hogar recae en manos femeninas, contra un  32% en el sector de tecnologías de la información y la comunicación, por ejemplo.

El embarazo adolescente constituye otra de las grandes dificultades para el acceso al empleo y a la continuidad educativa de las mujeres: cada 5 minutos una mujer menor de 20 años es mamá y, cada 3 horas, lo es una menor de 15.

El diagnóstico que se hace a nivel global, y será visible en las calles cientos de ciudades este 8 de marzo, es que las desigualdades entre los géneros están muy arraigadas. Muchas mujeres, sólo por su condición de tales, no tienen acceso a un trabajo decente y se enfrentan a la segregación ocupacional y a las diferencias en los salarios por su sexo. Muchas veces también sufren violencia familiar que ocasionan su deceso. En la Argentina, hay un femicidio por día. Por eso el paro internacional convocado para hoy apunta contra la violencia, además de la desigualdad en el plano económico, laboral y social en general.

Los gobiernos tienen mucho que hacer al respecto, pero también ahí existen marginaciones: las representantes femeninas son apenas el 22% en los parlamentos; el 18% en los gabinetes ministeriales; y el 19% en los altos tribunales. Entre la sociedad civil, enciende la alerta el hecho de que todavía es muy bajo el porcentaje de mujeres en la dirección de sindicatos (5%) y de grandes empresas (4%). 

 


Las que no se resignaron a quedar vacías

apmSe empeñaron en cambiar el destino que la Dictadura había preparado para sus nietos. Con su conciencia y la fuerza de su alma, superaron la fragilidad de sus cuerpos, tomaron la responsabilidad de sus hijos muertos y/o desparecidos y devolvieron los hijos de los hijos al seno familiar.

Todos los días, con la energía que su conciencia imprime a  las rejuvenecidas células de sus cuerpos, logran torcer el sentido que la Dictadura quiso imprimir en nuestra historia. La solidaridad tejió -entre ellas- una red vincular que derribó archivos y demolió escondites, trascendió todas las fronteras y encontró vivos a los nietos que anhelaban ver, a los pequeños inocentes que vivían en un mundo de sombras, con una subjetividad diseñada por extraños.

El acto de recuperación constituye un nuevo parto iluminado por la llama del corazón de las Abuelas de Plaza de Mayo. Cientos de jóvenes reconstruyeron su identidad en el seno del regazo y el corazón de las Abuelas y aportan su aliento para generar nuevos actos de amor que impidan la vuelta al miserable acto de desaparición de seres humanos.

Estas Abuelas dedicaron y dedican más horas a la lucha que al cuidado de sí mismas, porque saben que el amor impulsa al cuerpo a revitalizarse, recrearse y rearmarse en el camino de la esperanza que, indómita, puja por lograr el abrazo de un nieto o una nieta que la historia pretendió hacer desaparecer del mundo.

Estas abuelas, como las que trabajan sin descanso con amor por el destino de sus hijos y sus nietos, son las mujeres que todos los días realizan un acto trascendente que mejora el destino de nuestra patria.


No todo es satisfacción

Las abuelas que destinan más horas al cuidado de sus nietos o las que conviven con ellos presentan mayor estrés, reclamos por falta de reconocimiento, sensación de sobrecarga y agotamientos, además de peor salud percibida. Así lo aseguraron las profesionales del Hospital Italiano Mariela Weisbrota y Nanci Giraudoa.

En base a un estudio cualitativo realizado en ese centro de salud, advirtieron que “mayor cantidad de horas pareciera relacionarse con sentimientos de cansancio, sobrecarga y agotamiento”.

En definitiva, “el cuidado de los nietos proporciona satisfacción, sensación de vitalidad y dinamismo y, como aspectos negativos, puede generar también estrés, falta de tiempo personal, trastornos en la salud y conflicto con los padres”.


FUNDAMIND las recibe y las convoca a crecer

Las mujeres -niñas, madres o abuelas- que participan de FUNDAMIND son el un eje emotivo de la institución y por lo tanto se transforman en líderes comunitarias que van armando redes de contención y constituyéndose en un factor protector de la población. 

FUNDAMIND les permite expresarse, diseñar estrategias comunitarias y luchar para lograrlas. En esa lucha van creciendo como agentes de cambio y mujeres dignas con conciencia transformadora, desafiantes de la adversidad y hacedoras de logros para la fundación, la comunidad, ellas y sus familias.

Este 8 de marzo es un día especial para homenajearlas y recordar que todos los días merecen respeto y amor.

 

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