Maternidad Adolescente: FLORECER CON CUIDADO

La llegada de la primavera brinda anualmente la oportunidad para tomar conciencia sobre temas relativos al ejercicio de la sexualidad de las y los adolescentes, que repercuten –cotidianamente- al punto que 300 bebés por día nacen de madres de esa edad. Otros embarazos no llegan a término, con las dificultades que implica abortar.

maCada 26 de septiembre se conmemora el Día Mundial de Prevención del Embarazo no Planificado en Adolescentes. Comenzó a celebrarse en 2003, en Latinoamérica, que es -junto con el Caribe- la segunda región con mayor proporción de nacimientos de madres adolescentes. A nivel mundial, las cifras de Naciones Unidas indican que 54,4 cada mil nacimientos corresponden a madres de entre 15 y 19 años. Para los países de desarrollo humano “muy alto”, entre los cuales se encuentra Argentina, el promedio es casi 5 veces más bajo: 12,7. Aun así, en nuestro país nacerán este año más de cien mil bebés de madres que no cumplieron los 19 años. La mayoría de ellas no planifica su embarazo.
En su último trabajo sobre la Situación del embarazo adolescente en Argentina, UNICEF sostiene que no se trata de un grupo homogéneo. “Lo que tienen en común es la edad. Viven en circunstancias diferentes y tienen necesidades diversas. En vez de considerar la adolescencia como problema, las políticas y programas deberían entenderla como resultado de una construcción histórica y de un proceso social.”
Por otro lado, la salud de las chicas en esta situación y la de sus bebés sufren verdaderas amenazas. Si bien los controles durante el embarazo aumentaron, sigue siendo un tema delicado, en tanto el embarazo en las menores de 15 años suele estar acompañado de prematurez, bajo peso y alto riesgo de mortalidad del bebé. Además, las mujeres de menos de 20 años sufren –frecuentemente- abortos inseguros, que son a su vez la segunda causa de muerte para ellas.

De por sí mujeres más jóvenes tienen más probabilidades que las de mayor edad de tener un parto prematuro o un aborto espontáneo y sufren cuatro veces más la mortalidad materna por complicaciones durante el embarazo.Otra cifra alarmante es que más del 70% de las mujeres que acuden a una consulta de infertilidad para lograr un embarazo tienen como antecedente uno o más abortos durante la adolescencia o en su etapa de adulta joven.
En Argentina el aborto por medicamentos suele hacerse con misoprostol, con una efectividad cerca del 80%. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda su uso en un Manual de Práctica Clínica Para un Aborto Seguro, bajo supervisión médica. El problema es que muchas chicas no acuden a los profesionales ni son acompañadas por la familia en tal decisión. Del lado de los efectores, falta muchas veces capacidad de atender y orientar a las pacientes de esta edad.
“Hay pediatras para las niñas y hay ginecólogas para las adultas. Pero la realidad es que el sistema de salud no es amigable para las adolescentes. Tal vez por esta razón suelen ser las que menos abortan, en relación con las de mayor edad. De cualquier modo, si bien existen esos obstáculos en los hospitales, en las familias, en la escuela para atender el tema, hoy hay mucha difusión sobre el uso de pastillas, hay profesionales que dan información y hay casos en los que acceden sin inconvenientes”, señaló la coordinadora de la Fundación para la Salud de Adolescentes con Perspectiva de Género (FUSA), Florencia Maffeo.
Hace algunos días, una charla de una organización estudiantil en el colegio Carlos Pellegrini reavivó el tema, en clave de controversia, al poner en el centro de la escena el uso de misoprostol y sus ventajas: evita la cirugía, simula el proceso de pérdida de embarazo, puede ser controlado por la mujer y puede ser realizado en domicilio. Entre sus desventajas se encuentran la posibilidad de hemorragia y calambres, el tiempo que puede llevar consumar el aborto, que pueden ser horas y hasta días.
“En las escuelas el tema casi no se toca. En muchos lugares las chicas no conocen su derecho a interrumpir el embarazo si está en riesgo su salud o por violación”, señaló Maffeo.
La situación varía según las jurisdicciones, de acuerdo con un relevamiento de la ong Socorristas en Red, en la provincia de Buenos Aires, por ejemplo, hay más acceso a la información, pero pocos canales de acceso al sistema de salud. En Córdoba, alarma la judicialización del protocolo de interrupción del embarazo. En Formosa, prácticamente no hay posibilidades de tener un aborto seguro.
“Más allá de las diferenciaciones por provincia, en líneas generales los médicos no se animan porque tampoco conocen la reglamentación ni sus deberes de acuerdo con la ley, mientras que las chicas muchas veces tampoco conocen sus derechos y no están seguras para encarar un aborto, por lo cual hay que hacer un doble trabajo”.
La ong internacional WomanOnWaves asegura en su sitio web que el mejor y más seguro de los modos en que una mujer puede provocarse un aborto a sí mismo hasta la 12 semana de embarazo es con el uso de dos Mifepristone y Misoprostol (Cytotec, Arthrotec, Oxaprost, Cyprostol, Mibetec o Misotrol).
Además, ofrecen para aquellas mujeres en situación de difícil acceso a centros de salud donde hacerse abortos de forma segura, “un servicio médico en línea” (a través de www.womenonweb.org) para el correcto uso de las pastillas con Mifepristone y Misoprostol.

A la hora de evaluar la prevención, surge el interrogante de si conocen los métodos anticonceptivos. La enorme mayoría, sí. De hecho, un 95% de las chicas encuestadas por el Indec en 2013 respondieron que sabían de alguno de esos mecanismos de protección, pero una quinta parte de las activas sexualmente no los usa.
Según ese último relevamiento, el 69% de los embarazos no son buscados, mientras que el tercio restante manifiesta buscarlo por el deseo de formar una familia y consolidar su pareja. Además, aquellas que iniciaron su vida sexual sin usar anticonceptivo tienen tres veces más chances de ser madres adolescentes que las que lo hicieron con protección. Si bien el 90,4% de las adolescentes mujeres y el 87,1% de los varones utilizaron un anticonceptivo (fundamentalmente, el preservativo) en su debut, quienes no utilizan ningún método argumentan cuestiones como que no podían quedar embarazada en esa instancia.
En cualquier caso, la tendencia marca algunos avances: incremento del uso de métodos anticonceptivos en la iniciación sexual, disminución de la repetición del embarazo en la adolescencia y aumento de la proporción de adolescentes con un número adecuado de controles de embarazo.
“A pesar de las mejoras advertidas, persisten los diferenciales por edad y condición social, con las adolescentes menores y las pertenecientes a hogares más pobres en las situaciones más desventajosas”, advirtió la investigadora del Conicet y del Instituto de Estudios de Género (IIEGE-UBA) Mónica Gogna.
En países que Naciones Unidas considera desarrollados en la materia, las políticas públicas están apuntando a fomentar la educación sexual en el contexto escolar, en particular si está asociada a los servicios de contracepción; además de facilitar el acceso a centros de salud asociados a la escuela, sin dejar de brindar acceso a medios anticonceptivos proporcionados por los servicios de salud comunitarios.
Para Unicef, la disponibilidad de escuelas inclusivas y de maternidades seguras que garanticen una atención de calidad para el control prenatal y el parto son también fundamentales para evitar el abandono escolar o complicaciones por riesgos en el embarazo, parto y puerperio.

A modo de conclusión, puede afirmarse que las adolescentes en situación de pobreza son las que con mayor frecuencia tienen hijos; las tasas de fecundidad en la adolescencia resultan elevadas en el contexto de una fecundidad general relativamente baja; el embarazo y la maternidad dificultan la continuidad de los estudios y la inserción laboral.
Además, el embarazo en edades muy tempranas conlleva riesgos de muerte materna y aumenta los riesgos de morbimortalidad del niño; la pobreza afecta especialmente las condiciones en las que se desarrollan los embarazos en la adolescencia; el abandono del sistema escolar y las dificultades para insertarse laboralmente complementan un cuadro de seria vulnerabilidad social.


“Las circunstancias emocionales suelen resistir cualquier información”

En la comunidad FUNDAMIND la presencia de adolescentes embarazadas no es frecuente. Lo atribuimos a la prevención que -desde hace 25 años- desarrollamos en los talleres y al cuidado que las mamás tienen para con sus hijas.
Los niños que asisten a nuestro Centro de Primera Infancia participan de talleres de sexualidad enfocados al conocimiento de su cuerpo, al derecho a la privacidad, la prevención del abuso y solicitud de ayuda en caso de ser asediado o acosado por un adulto.
Otros acompañan a sus madres a los talleres de la Mujer y desde muy pequeños escuchan hablar de sexualidad. Tratamos el tema con un lenguaje cuidadoso y claro, para que todos podamos comprender lo que estamos abordando.
Además, las mujeres salimos a la calle a hacer prevención de SIDA y los niños que acompañan a sus madres toman con naturalidad la distribución de preservativos y la invitación al público a realizarse el test rápido del VIH.
Las actividades se diseñan dentro del marco del cuidado de la salud, por lo tanto lo que niños entienden es que estamos tratando de ayudar a la comunidad para que la gente no se enferme. A los más chiquitos sólo les respondemos las preguntas que nos plantean. Cuando los adultos nos preguntan -a un nivel no adecuado para que escuchen los niños- hacemos un “aparte” y profundizamos las conversaciones, brindando contención a quienes requieren de nuestros conocimientos y experiencias.
Pero la prevención no funciona al 100 %. El compromiso inconsciente de cada persona, las circunstancias de su vida –especialmente las emocionales- suelen resistir cualquier información, conocimiento o razonamiento. Entonces vemos cómo las mismas niñas que participaron –en algún grado- de actividades de prevención, se embarazan.
Los CPI colaboran incluyendo adolescentes embarazadas en caso que no estén escolarizadas. Por FUNDAMIND han transitado algunas de ellas y han sido objeto de cuidado y manifestaciones de gran afecto por parte de la comunidad.
Una madre adolescente crece junto a su niño/a y se va transformando en mujer responsable sólo si sigue siendo cuidada como niña-madre. Por lo tanto nuestra labor se duplica: brindamos un cuidado muy especial para la joven madre y su niño/a.

Marisa Mujica, coordinadora general de programas comunitarios de FUNDAMIND.


En números

  • En Argentina, cada 5 minutos una chica menor de 20 años se convierte en madre.
  • Al año son más de 100 mil, de los 700 mil totales. Cerca de 300 por día.
  • El 69% de esas chicas no planeó su embarazo.
  • Más de 3000 son de niñas de 10 a 13 años; y 4 de cada 10 quedan embarazadas en su debut sexual.
  • En términos proporcionales, a nivel nacional las adolescentes que son madres representan un 15% del total de nacimientos.
  • En algunas provincias, como Chaco, Formosa y Misiones, la cifra asciende al 25% del total.
  • En 2014, se registró que el 17% de las madres de 15 a 19 tuvieron su segundo hijo; el 2,5%, su tercero.
  • Este último dato impacta si se toma en cuenta que, en números absolutos, son cerca de 3 mil chicas que tuvieron tres embarazos antes de cumplir veinte años.
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